bienbenida

hola: gracias por vicitar mi blog me puedo dar cuenta que eres una de las muchas personas que le quiere decir no alas drogas.

... ¡Te Felicito!...



martes, 2 de noviembre de 2010

Droga y Conflicto Social en Colombia

Droga y Conflicto Social en Colombia

El nombre mismo de Colombia tiene el estigma de estar asociado al cultivo, procesamiento y tráfico de cocaína y heroína, lo cual es considerado un “delito” de alcance mundial, ante el cual la comunidad internacional solo piensa en reaccionar con medidas represivas, ya que estas drogas producen un deterioro profundo en la salud física y mental de quienes las consumen.
Desde hace muchos años, los gobiernos de los Estados Unidos se han basado en este hecho para intervenir en Colombia con presencia cada vez más grande de asesores militares, con todo un aparato de investigación y con programas de destrucción de cultivos y laboratorios. Dado que los movimientos insurgentes financian parte de sus actividades con impuestos al comercio de la droga, los Estados Unidos consideran que esto es motivo suficiente para que sus donaciones y sus agentes se dediquen a combatir a la insurgencia, ya bautizada por ellos como “narco-guerrilla”.
Pocas veces se piensa que Colombia es más bien una víctima de este fenómeno, cuyas raíces, intereses y beneficios están en el hemisferio Norte.
Desde comienzos de los años 80 se fue conformando en Colombia un sector de economía ilegal que fue reproduciendo las mismas estructuras injustas de la economía legal. En la base de este sector se integraron progresivamente alrededor de 300.000 familias, en su mayoría miserables y desplazadas por la violencia de otras regiones del país, que tuvieron que asentarse en las regiones más alejadas de los centros desarrollados, donde la tierra no tenía propietarios por ser selvas inhóspitas. Esa casi imposible supervivencia, en condiciones infrahumanas, se vio en cierto modo “aliviada” cuando se desarrolló el negocio de la coca. Comenzaron a llegar intermediarios que costeaban los primeros gastos del cultivo o del procesamiento de la hoja de coca y luego venían a comprarles la producción.
Se ha calculado que los campesinos que procesan la pasta básica de la cocaína reciben en pago sumas 250 veces inferiores a las recaudadas por quien vende la droga en los países del Norte, y 40 veces inferiores a los que la comercian en Colombia antes de la exportación [
1]. Sin embargo, la participación en ese negocio se convirtió para esas familias en la única alternativa de supervivencia. No pueden cultivar otros productos agrícolas, pues esas tierras recuperadas a la selva suelen ser un “desierto verde”, pero si logran cultivar otras cosas, no pueden venderlas, pues no hay carreteras y los otros medios de transporte son tan caros que, en lugar de recibir alguna ganancia, tendrían que perder sumas enormes.

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